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Como todo engaño, la posverdad usa algunos aspectos de la realidad maquillándolos para hacer aceptable el trasfondo mentiroso, de modo que la gente se adhiera a él como algo válido. La posverdad es información distorsionada donde los datos, o son falsos o se usan para sostener una gran mentira mediante un andamiaje de falsedades.
El término fue acuñado a fines del siglo XX pero su práctica es milenaria. Denominado en inglés post-thrust, este término, se refiere a la posverdad cuando “los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales”.
Algunas otras definiciones de posverdad, como la de la RAE, la consideran una mentira emotiva que deforma deliberadamente la realidad para hacer prevalecer sentimientos y emociones con el fin de crear y orientar la opinión pública e influir en la sociedad.
Partimos de lo que enseña la historia y de lo que reportan los medios de comunicación y las redes actualmente. Para ello, es posible reconocer los siguientes indicadores de posverdad: a) no permiten ni reconocen la comprobación por medio de hechos, b) mienten e impulsan la difusión de fake news, c) mantienen su punto de vista y ridiculizan a sus antagonistas, d) buscan la aprobación pública de sus argumentos, e) descontextualizan algunas verdades para introducir falsedades como si fueran ciertas, f) distraen y confunden, aún a sus seguidores, mediante el uso de expresiones ambiguas, g) mantienen su propio punto de vista, aunque los hechos los contradigan, h) desvían la atención sobre sus errores diciendo, que las objeciones que se les formulan son meras diferencias de opinión o negándolos persistentemente, i) basan su éxito en la credulidad de sus seguidores, j) ocultan los propósitos de sus creadores, k) utilizan mensajes reproductibles, pegajosos (fáciles de recordar) y/o espectaculares, i) usan los medios de comunicación y las redes, las manifestaciones, y en general, cualquier espacio para promoverse.
Para Molina, Estos indicadores son útiles para detectar la posverdad y se logra ir avanzando en su conocimiento con base en hechos comprobados con propósitos científicos. La mentira solo se combate con verdad, y la verdad se configura con hechos comprobados y comprobables.
Hoy, en el contexto global, lo que afecta negativamente los intereses de personajes que tienen suficiente poder como para manejar la información en medios y redes, puede convertir fácilmente a los disconformes, y a los que luchan por reivindicaciones, en terroristas.
Estos fragmentos son solo una pequeña muestra de los temas abordados por Silvia Inés Molina y Vedia del Castillo en su ensayo sobre la posverdad y su relación con el metaverso, que profundiza en la complejidad de un fenómeno contemporáneo que ha adquirido una relevancia significativa en la sociedad actual.
La posverdad, como una forma elaborada de mentira, tiene una tradición milenaria, aunque su nombre sea relativamente reciente. Desde tiempos bíblicos hasta la actualidad, se pueden encontrar ejemplos de manipulación de la verdad con el objetivo de influir en la opinión pública y obtener beneficios personales o políticos. Sin embargo, en la era digital, con la proliferación de los medios de comunicación y las redes sociales, la posverdad ha adquirido una nueva dimensión, facilitando su propagación y su impacto en la sociedad.
Vivimos en un marco donde la información fluye constantemente a través de diversas plataformas y canales, y la posverdad se ha convertido en una herramienta poderosa para aquellos que buscan manipular la opinión pública y mantener el control sobre la narrativa dominante. A través de la distorsión de los hechos, la desinformación y la propaganda, se puede moldear la percepción de la realidad y manipular las emociones y creencias de las personas.
La posverdad está estrechamente relacionada con el fenómeno del metaverso, un concepto emergente que plantea la posibilidad de una realidad virtual alternativa donde los individuos pueden escapar de los problemas y responsabilidades del mundo real. Si bien el metaverso ofrece oportunidades emocionantes en términos de entretenimiento y exploración, también plantea serias preocupaciones sobre su impacto en la sociedad y la percepción de la realidad.
El metaverso podría convertirse en un refugio para aquellos que buscan evitar enfrentarse a la verdad incómoda. Al ofrecer una realidad alternativa donde todo es posible y donde los individuos pueden ejercer un control total sobre su entorno, el metaverso podría perpetuar aún más la cultura de la posverdad y la desinformación.
Para evitar caer en la espiral de la mentira y la irrealidad, es crucial fomentar un sentido de responsabilidad y discernimiento en la sociedad. Esto implica promover la alfabetización mediática y digital, enseñar a las personas a evaluar críticamente la información que consumen y fomentar el pensamiento crítico y la búsqueda de la verdad.
Solo así podremos enfrentar los desafíos planteados por la posverdad y el metaverso y construir un futuro basado en la transparencia, la honestidad y el respeto por la verdad.
*Artículo basado en el ensayo de Silvia Inés Molina y Vedia del Castillo sobre la “Posverdad, la estrategia de Satanás, Revista Mexicana de Opinión Pública, diciembre 2022.