(Primera parte)
- Un Ingrediente más para los conflictos existentes
- Por María Manuela de la Rosa Aguilar.
RedFinanciera
Los últimos años se han caracterizado por una gran convulsión política, donde se desdibujan las fronteras entre Oriente y Occidente, adquiriendo mayor relevancia lo que sucede en el continente africano, principal exportador de migrantes hacia Europa y de manera creciente hacia América. No sólo la pandemia del Covid-19 transformó al mundo, sino las guerras que son una constante a lo largo de la historia y hoy, con la globalización, han traído consecuencias a muy corto plazo en todo el mundo. Primero con la guerra en Ucrania, arrastrando consigo una gran crisis energética y alimentaria por la falta del gas, el petróleo y sobre todo de los granos; pero, además, la controversia diplomática que generó entre los bloques de las grandes potencias, poniendo en entredicho la capacidad militar tanto de Occidente como de Oriente, al evidenciarse las debilidades de Rusia y la capacidad financiera de Estados Unidos y Europa, en un conflicto que parecía quedar en una incursión sorpresiva que pronto se resolvería, pero ya cumplió 2 años el pasado 24 de febrero y no parece que vaya a terminar pronto, con el consiguiente desgaste para Rusia, Ucrania y sus respectivos aliados que han visto mermada su economía. En este conflicto, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, han perdido la vida alrededor de 50,000 rusos y 19,000 ucranianos civiles y unos 14,000 soldados.
Por otro lado, la guerra que se desató en Gaza a partir de los ataques de Hamás a Tel Aviv, Beer Sheva y muchos otros lugares el pasado 7 de octubre del 2023, por lo que la respuesta de Israel fue contundente, siendo la población civil palestina la más afectada, que se encuentra entre la espada y la pared. Por un lado, bajo la amenaza de los terroristas de Hamás para no dejar los territorios de la Franja de Gaza; y, por el otro, las presiones de Israel para abandonar la zona de conflicto; pero, además, porque la mayoría vive de las fuentes de empleo que ofrece Tel Aviv y recibe ayuda humanitaria de los organismos internacionales dependientes de la ONU. Y esta guerra ya ha cobrado la vida de más de 30,631 personas, muchos de ellos mujeres y niños. Pero también se estima que por lo menos 39 periodistas han muerto cubriendo este conflicto, según estimaciones de las Naciones Unidas.
Además de estas guerras, están otras, en donde incluso, algunos países están ante varios frentes con crisis de diversa naturaleza. Así vemos que por lo menos hay actualmente en el mundo 56 conflictos armados.
En Asia:
La guerra entre Armenia y Azerbaiyán, activa desde el 2020; el conflicto interno de Birmania, que no puede resolverse desde 1948; la insurgencia en el Nordeste de la India que sigue activa desde 1954, así como la insurgencia naxalita-maoísta desde 1967; la insurgencia comunista en Filipinas que no ha podido con los grupos rebeldes desde 1969, también desde entonces continúa ahí el Conflicto Moro; la insurgencia terrorista en 1993 y luego la guerra contra los narcotraficantes en Bangladés desde el 2018; el conflicto entre Corea del Norte y Corea del Sur desde 1950, que ha cobrado más de 5 millones de muertes; y la insurgencia de ISIS en el Cáucaso Norte que ha estado enfrentando Rusia desde el 2017;
En Medio Oriente:
La guerra civil en Siria, que sigue desde el 2011; el conflicto de Irak con la intervención de tropas norteamericanas que provocaron la caída de Sadam Husein y el surgimiento de nacionalismos y radicalismos enfrentados entre sí, donde convergen kurdos y árabes chiitas y sunitas que desde el 2003 siguen enfrentados; el separatismo kurdo en Irán desde 1946; el conflicto turco-Kurdo que afecta a Irak, Siria y Turquía; la guerra civil en Yemen desde el 2015, que afecta también a Arabia Saudita, la guerra civil de Afganistán, que trasciende también a Pakistán desde 1978, al que se le agregó la guerra entre ISIS y los talibanes en el 2015; el conflicto de Buluchistán desde 1948 entre Pakistán e Irán, acentuado por la guerra contra el terrorismo en Sindh, en donde han participado tropas norteamericanas y de la OTAN; la insurgencia étnica en el Sur de Tailandia desde 1960; y el conflicto étnico-político que derivó en la guerra de Osetia en Georgia en 1989 y que aún no se le ve fin.
En África:
La guerra en Etiopía en la región de Tigray desde el 2018, además del conflicto separatista de Oromo, el conflicto con Sudán (2020) y el conflicto Somalí y Afarí (2020); la guerra civil en Libia desde el 2014; la guerra de Kivu en la República Democrática del Congo, que ha involucrado a Ruanda y Burundi desde el 2004 y se ha complicado por el surgimiento de la guerrilla del M23 en el 2022; también la insurgencia de grupos armados que afectan la seguridad interna de la República Democrática del Congo y de Uganda; está también el conflicto étnico de Ituri en la República Democrática de El Congo desde 1997; la insurgencia en El Magreb desde el 2002 que involucra a Argelia, Chad, Malí, Burkina Faso, Níger y Túnez; el Conflicto del Sahara Occidental en el 2020, entre Marruecos y la República Árabe Saharaui; la guerra civil en Sudán que se desató en el 2023; la guerra civil Somalí que involucra a Kenia por los territorios, iniciada desde el 1991; la insurgencia que surgió en el 2009 con el grupo terrorista islámico Boko Haram, que involucra a Nigeria, Camerún, Níger y Chad; la insurgencia de grupos armados en el Norte de Chad en el 2021; los conflictos internos de Nigeria, comunales, entre pastores y bandidos que no se ha podido resolver desde 1998; los conflictos tribales entre Sudán y Sudán del Sur desde el 2008; la crisis política; la guerra civil centroafricana desde el 2012; la crisis anglófona de Camerún desde el 2017; el conflicto de las Anod en el 2023, para separarse de Somalia, creando la República de Somalilandia, que aún no cuenta con pleno reconocimiento; la insurgencia de grupos islámicos surgidos en el 2017 para imponer su credo en Mozambique y Tanzania; el conflicto separatista de Cabinda en Angola, desde 1975; el conflicto del Delta en Nigeria y Camerún en el 2021 entre la población autóctona y las empresas petroleras; la guerra civil en Casamanza, en Senegal en 1982; la guerra entre los insurgentes islamitas en el Sinaí desde el 2011 en Egipto, así como la frontal guerra contra el Estado Islámico y militantes suníes desde el 2013; el combate desde 1987 al grupo armado denominado Insurgencia del Ejército del Señor, tras el fin de la guerra civil en Uganda, que es un grupo sectario de fanáticos cristianos que quieren imponer un estado teocrático en la República Democrática del Congo y en la República Centroafricana; asimismo, la insurgencia separatista en Katanga en la República Democrática del Congo desde 1960;
En Oceanía:
El conflicto etino separatista de Papúa surgido en 1963 en Indonesia;
En América:
La crisis de seguridad en Haití, que se recrudeció en el 2020 por el poderío que adquirieron de las bandas delincuenciales; la crisis de seguridad en Ecuador desatada desde el 2020; la crisis de seguridad interna en México por el dominio creciente de los cárteles desde el 2006; el conflicto armado interno de Colombia y con Venezuela que no se ha resuelto desde 1960; las sucesivas crisis en Perú, desde 1980 en que finalizaron los regímenes militares, dieron inicio a continuas crisis políticas, seguidas del dominio del narcotráfico, que le siguió a un estado narcoterrorista en el 2001 con el dominio de Sendero Luminoso y luego, en el 2022 las sucesivas protestas y disturbios de una sociedad convulsionada, que terminaron hasta el 2023, durante todo este periodo murieron más de 70 mil personas; la guerra contra las pandillas en El Salvador en el 2022; la guerra contra las pandillas también en el 2022 en Honduras; la insurgencia en el Nordeste de Paraguay desde el 2005 para combatir a guerrilleros que se han unido a grupos armados del crimen organizado;
Y con todo esto, el 2024 habrá elecciones en los cinco continentes, en donde casi 4,000 millones de personas renovarán sus gobiernos y tal vez sus mismos sistemas por lo que este año será crucial, pero también se presenta la posibilidad de mayores conflictos, aunque también la oportunidad de un giro hacia la paz y la civilidad, puesto que el ejercicio de un voto libre y razonado, en el caso de que así sea, es la mejor vía hacia un mundo más desarrollado con sociedades más estables.
Más adelante hablaremos sobre la geografía y las condiciones que habrá para los procesos que ya están en curso.