- México a la zaga de países industrializados, por sus crisis del siglo XIX
- Por Norma L. Vázquez Alanís
RedFinancieraMX
En México tuvo lugar una industrialización temprana porque desde el periodo virreinal ya había una producción manufacturera importante de textiles, que continuó después de la Independencia así como en el siglo XIX, aunque muy despacio debido a las crisis políticas y económicas que se vivieron durante ese periodo.
La doctora en Historia por la Universidad de Harvard Aurora Gómez-Galvarriato Freer dijo que, si bien todas las naciones que mecanizaron su industria textil muy pronto se volvieron países industrializados, México fue la excepción, a pesar de que desde 1830 ya había un desarrollo de fábricas iniciado con la fundación en Puebla de la fábrica de hilados y tejidos “La constancia mexicana” por el economista, industrial y empresario Esteban de Antuñano.
Al abordar el tema “La renovación de la estructura industrial de fines del siglo XIX” como parte del ciclo de conferencias ‘Los empresarios en la historia de México. De la colonia al porfiriato’, organizado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim, la doctora Gómez-Galvarriato recordó que en el mundo se dio una transformación radical a raíz de la revolución industrial (iniciada en Gran Bretaña en 1760), que trajo consigo nuevas formas de producción manufacturera y la disminución de los gastos de transportación por los ferrocarriles, los barcos de vapor y las comunicaciones.
En México no se partió de cero, ya había una creciente industria textil desarrollándose a pesar de todos los problemas que enfrentó el país durante el siglo XIX. Además de “La constancia mexicana”, estaban las fábricas “Cocolapan” en Orizaba, Veracruz, “Hércules” en Querétaro y algunas más alrededor de la ciudad de México como “La Magdalena” o “Río hondo”, explicó la ponente, quien es autora de diversos artículos y libros sobre la materia.
Durante el porfiriato se transformó la producción y por ende el comercio, como consecuencia de la paz, el control del territorio y la eliminación de las alcabalas, que eran impuestos como aduanas entre un estado y otro, lo cual dificultaba el tránsito de productos manufacturados entre las entidades, porque debía pagarse un gravamen y hacer trámites complicados; todos estos factores generaron un mayor crecimiento, sobre todo a partir de la introducción de los ferrocarriles. En este periodo México pasó de ser un conjunto de pequeños mercados, a un mercado nacional en el cual había que producir y comerciar de otra manera.
Redes empresariales por raíces étnicas o parentesco
Mientras en Estados Unidos los negocios se transformaron a finales del siglo XVII de empresas familiares a grandes corporaciones como las conocemos en la actualidad, gracias a la división del trabajo para aprovechar las economías de escala elaborando productos estandarizados y homogéneos dirigidos a mercados más amplios, en México el cambio fue posible a través de la constitución de las redes empresariales, a partir de raíces étnicas o de parentesco, que significaban establecer reglas de confianza y con esto poder sumar capitales.
Como en México no había un sistema financiero grande, ni una bolsa de valores en que las empresas pudieran emitir acciones, venderlas y capitalizarse como en Estados Unidos, era necesario reunir fondos para modernizar los negocios y por ello fueron muy importantes los inmigrantes, apuntó la doctora Gómez-Galvarriato, galardonada con el premio Alexander Gershenkron de la Asociación de Historia Económica de Estados Unidos.
La renovación de la estructura industrial en México fue consecuencia de la evolución que se dio en el ámbito comercial durante el siglo XIX, cuando se pasó de transacciones basadas en pequeños establecimientos a los que se conocía como cajones de ropa -tiendas pequeñas al mayoreo y al menudeo que vendían telas, además de otros productos importados y nacionales-, a la fundación de grandes empresas que aún existen como ‘El palacio de hierro’ o ‘Liverpool’. Había más, pero algunas se fusionaron y otras quebraron al final del porfiriato.
Modernización de la industria con los barcelonettes
Durante el porfiriato la industria se modernizó progresivamente a través de la sustitución de la maquinaria que se había adquirido a mediados del siglo XIX merced al trabajo de un grupo de inmigrantes del pueblo Barcelonette, de la región de Ubaye en los Alpes franceses, llegados a México hacia 1812 con tal experiencia comercial en su lugar de origen, que instalaron aquí cajones de ropa, pero también llevaban mercancías a las haciendas, los pueblos y las localidades más remotas.
Personajes como Joseph Olivier, Joseph Tron, los hermanos Raynaud y los Gassier, constituyeron una red de comerciantes principalmente de telas que al paso del tiempo dio lugar al establecimiento de grandes almacenes como los que ya había en Estados Unidos, para lo cual fundaron empresas más complejas con áreas de compras y contabilidad. Así, hacia fines del siglo XIX abrieron tiendas departamentales en edificios que en ese tiempo eran los más altos de la ciudad de México.
En aquella época tales almacenes eran asimismo tiendas al mayoreo y en ellos se surtían todos los demás comercios alrededor del país, muchos de los cuales pertenecían a la red de barcelonettes, de manera que había una oficina de embarques para mandar las mercancías en diligencias hasta el ferrocarril y de ahí surtían a las demás tiendas, relato Gómez-Galvarriato, quien es licenciada en Economía y maestra en Políticas Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
El crecimiento de estas empresas propició que la producción manufacturera nacional resultara insuficiente y tuvieran que asociarse con las fábricas para que solamente les vendieran a ellos; a veces decidían comprarlas para asegurarse la mercancía, entonces las modernizaban y creaban otras nuevas. Por ejemplo, la Compañía Industrial de Orizaba compró las fábricas de Cocolapan y San Lorenzo para luego construir la de Río Blanco, donde se empleaba la energía hidroeléctrica, que era algo muy novedoso en ese momento.
Así fue como se pasó de la revolución en el comercio a la evolución en la producción, a través de un aumento en el tamaño de las fábricas, la modernización de su maquinaria y su conversión a sociedades anónimas concentradas en una sola empresa con filiales en Europa, una en París y otra en Manchester, donde se adquiría la maquinaria nueva y se contactaba a los técnicos. Fue una red que tejieron los barcelonettes a lo largo de un siglo en México, y que tuvo su centro en la matriz de Orizaba.
Las empresas de barcelonettes se volvieron las más importantes en México en muchos sentidos y ello dio lugar a un crecimiento muy importante en la industria textil durante el porfiriato; además, estos empresarios desarrollaron en paralelo el sistema bancario mexicano, finalizó la doctora Gómez-Galvarriato, quien fue directora del Archivo General de la Nación.
En la actualidad el pueblo alpino francés de Barcelonette es considerado el rincón más mexicano de Europa por las conexiones familiares derivadas de aquellos pioneros, que fueron fundadores de comercios como El Palacio de Hierro, El Puerto de Veracruz, las Fábricas de Francia, el Puerto de Liverpool y la Casa Armand. Una plaza se llama Valle de Bravo, una avenida lleva el nombre de Porfirio Díaz y hay festivales con mariachi, bailables y ropa típica mexicana. Apellidos como Ebrard, Jean, Derbez y Arnaud, son de origen barcelonette.