Entresemana

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  • La traición
  • Por Moisés Sánchez Limón

RedFinanciera

¡Ah!, la terca memoria, a propósito de…

Desde el sábado 1 de diciembre de 2018, una vez que le entregó la banda presidencial, Andrés Manuel López Obrador no volvió a hablarle a Porfirio Muñoz Ledo.

¿Le dice algo este distanciamiento entre quien, como presidente del Congreso de la Unión por ley, entregó la banda tricolor al debutante López Obrador en calidad de dueño sexenal del poder en México?

Tiempo de rescatar retazos y armar al singular rompecabezas de la historia política nacional contemporánea.

Sí.

Porfirio declaró que las pruebas de sus dichos, de lo que sabe del licenciado presidente y del Narco-Estado, se encuentran en la bóveda de seguridad de un banco.

No, no dijo qué banco, pero la referencia fue escuchada en esos rumbos de Palacio Nacional y en las oficinas de los llamados y bien amados, hermanos y hermanas de Su Alteza Serenísima.

¿A poco no?

En la política, dicen los que saben, no hay hermanas de la caridad ni prístinos personajes; engañan con la verdad y engatusan al elector. Hoy los buenos y los malos, ricos y pobres, fifíes y chairos, neoliberales y salvadores de la patria.

Y como si esperara la fecha fatal de su vida, semanas antes Porfirio Muñoz Ledo corrió la cortina que dejó a la intemperie al licenciado presidente y a la cohorte que le rinde fidelidad como parte de los nuevos gerentes del subsidiario gabinete.

Muñoz Ledo falleció el domingo último y en esa ruta de sus últimos tiempos habló como le gustaba hablar sin la obligada secrecía que guardan obligadamente los jugadores de las grandes ligas. Dio pista de porqué lo marginaron de Morena. ¿La traición presidencial?

 “Desde el día en que le entregué la banda presidencial y juró, nunca nos hemos dirigido la palabra”, puntualizó Muñoz Ledo en entrevista abierta, sin medias tintas ni censuras oficiosas con Adela Micha en su programa “Sólo con Adela”.

 

–(Desde) El día siguiente en que Andrés Manuel juró como Presidente de México, no hemos cruzado palabra alguna. Ni una palabra.

 

–¿Nada?—preguntó Adela.

 

–¡Cero! Y que diga lo contrario, que lo diga cuándo hemos hablado él y yo; como si yo fuera su pasado, como si una cosa freudiana él quería liquidarme. Cuauhtémoc (Cárdenas) tomó prudente  distancia—acotó Porfirio.

 

E hiló una causa toral de su distanciamiento con el dueño del poder en México:

“Yo le he perdido a Andrés Manuel hace tiempo tolerancia, fundamentalmente por dos razones: porque miente como habla, miente; todo lo que dice lo inventa”.

–¿Te engañó a ti, Porfirio, que estuviste con él? ¿Te engañó?—planteó Adela.

 

–No. Es que no son las cosas tan fáciles—respondió Muñoz Ledo.

 

Y acusó en el contexto de la sucesión presidencial:

 

“Todos los que juegan a la corcholatización, son esclavos del Presidente”.

 

¿Alguna duda?

 

¡Vaya con los sinsabores! Y eso que llaman destino. Porque…

 

Porfirio volvió ayer lunes 10 de julio de 2023 al salón de plenos de la Cámara de Diputados, ahí donde el miércoles 4 de septiembre de 2019, en el primer año de la LXV Legislatura como presidente de la Mesa Directiva protagonizó uno de los capítulos que le dieron lustre a su carrera.

 

Ocurre que no se resolvía quién le sucedería en el cargo y por ello, en tiempo extra la bancada oficialista y sus aliados pretendían dictar cátedra y rechazaban una iniciativa del PAN para que Laura Rojas presidiera la Cámara.

 

“Pido a la secretaría que revise el reloj porque está marcando progresivamente. Cuando es una ley antigua, los transitorios son desmesurados y contradictorios, hasta los aparatos se sonrojan”, instruyó Porfirio con esa ironía que lo mostraba experto en estos menesteres.

 

Tanto que, sin percatarse de que el micrófono estaba abierto, y con la vicepresidenta en turno, Dolores Padierna Luna, en calidad de testigo involuntario calificó a sus pares:

 

“Chinguen a su madre, qué manera de legislar”.

 

Porfirio retornó al Palacio Legislativo de San Lázaro para ser homenajeado por el pleno cameral en sesión solemne.

 

Sí, pero, indudable, hubo conciencias que se sacudieron por saberse responsables de haber colaborado en la burda y servil tarea de echarlo de las filas del oficialismo partidista, de haberle cerrado el paso a la reelección a la que tenía derecho como diputado de Morena.

 

Sí, de esos legisladores que se unieron a la ignominia que operó para llevar a la presidencia de Morena a Mario Delgado Carrillo y no al experimentado Porfirio Muñoz Ledo.

 

Y, en la larga y reveladora entrevista con Adela Micha, Porfirio confió la causa de que Delgado fuese el presidente de Morena.

 

“Este (el encabezado por López Obrador) es un Narco-Estado y tengo las pruebas”, acusó sin eufemismos.

 

Y recuerda…

 

–Yo naturalmente compito para la presidencia del partido, me correspondía en el nuevo partido, pero todas sus huestes que se manejan con dinero mal habido, te lo pruebo…—puntualiza.

 

–¿De dónde venía el dinero?

 

–¡Del narco! Es un Narco-Estado, para que quede esta palabra aquí. El sistema del país, no sé si sea bueno, bonito o feo, pero México tiene un gran problema internacional porque éste es un Narco-Estado y tengo las pruebas.

 

¡Ah!, porque si me quieren escabechar mañana, lo sacas si me prometes sacarlo la semana que entra, tengo todo embovedado, que lo sepan y lo saben por eso se andan…

 

–Pero, ¿qué tienes grabado, Porfirio?

 

–No, en la bodega todo lo que hay, hay conversaciones, cosas que ocurrieron. Voy a entrar más en detalle: bueno, yo era presidente de la Cámara, entonces, sí, Andrés desde el día en que fue Presidente, no antes, antes hablábamos ¡uf!, ¡uf!, esas conversaciones se pueden reconstruir…

 

Y no me dejará mentir ni una palabra, por ejemplo, Peña Nieto, por ejemplo los, el secretario de la Defensa Nacional. Lo digo bien, era una buena relación; yo no es que fuera superior a él pero soy varios años mayor que él y bueno jerárquicamente en el partido me dijo: licenciado, yo quiero una transición, es como era que me dijo, tersa.

 

¿Qué entiendes por tersa?—preguntó a Micha

 

–Tersa, tranquila, sin…–refiere Adela.

 

–¿Sin qué?—pregunta Porfirio.

 

–..Sin problemas, sin exabruptos—atiende Adela.

 

–Sin armas—acota Porfirio.

 

Y explica:

 

–Es a lo que le tiene miedo Andrés (…) porque les tiene miedo (a los militares) y ahorita los está marginando porque los envía a Europa a balconearlos, está balconeando al propio Ejército, lo denuncio formalmente.

 

Y ahorita ningún general amigo me contesta al teléfono, hace ya 20 días–confió.

 

Luego, enfatizó que López Obrador le tiene temor a un hecho de armas, porque…

 

“Es un hombre de muchos temores, más de los que crees, su concesión al Ejército no es predilección al Ejército, es temor al Ejército en el fondo de todas las cosas.

 

“El hecho que me consta por dos médicos que me merecen el más grande crédito, es que la (Secretaría de la ) Defensa tiene en su poder los datos sicométricos, sicológicos, siquiátricos de López Obrador.

 

“¡Ese el tema de hoy en este país”, redondea Porfirio en esta larga entrevista concedida a Adela Micha y que confirma suspicacias en torno al sui generis unipersonal ejercicio del poder del licenciado López Obrador.

 

¡Recáspita, Drakko!

 

Pero…

 

¿Quién tiene la clave de la bóveda en la que Porfirio Muñoz Ledo depositó las pruebas de sus dichos y otros etcéteras que se significaron como su seguro de vida frente a la traición presidencial? El país debe serenarse, recomendó y… Digo.

 

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