- Un tema “menor” a nivel doméstico para un país que ansía salir de la crisis económica y el desempleo
RedFinancieraMX
Conocido mundialmente por ser la gran nación amazónica, el Brasil del presidente electo Jair Bolsonaro ensaya un giro radical en su preservación de la gran selva y en la lucha contra el cambio climático.
Un tema “menor” a nivel doméstico para un país que ansía salir de la crisis económica y el desempleo, pero que puede costarle muy caro en cuestión de política externa y comercial.
Tras múltiples especulaciones, incluso la erradicación del ministerio, el elegido para ser el titular de la cartera de Medio Ambiente será el abogado Ricardo Salles, quien fue secretario de Medio Ambiente en el estado de Sao Paulo.
Su elección, criticada de forma inmediata por ecologistas y organizaciones civiles defensoras del Acuerdo de París contra el calentamiento global, demuestra que Bolsonaro está dispuesto a cumplir lo que prometió en campaña.
Esto es, acabar con “la industria de la multa medioambiental”, expandir las áreas agrícolas incluso en reservas indígenas y revisar los compromisos climáticos del séptimo mayor emisor de CO2 del mundo.
El termómetro de su radicalismo en materia climática será la deforestación en la Amazonía, una selva del tamaño de Europa occidental o dos tercios del Estados Unidos continental fundamental para la preservación de la biodiversidad, los pueblos indígenas y la lucha contra el calentamiento global.
Fue el presidente francés Emmanuel Macron, quien primero advirtió a Bolsonaro de que una salida del Acuerdo de París y un aumento de las emisiones podrían poner en riesgo el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur.
Pero los riesgos para una nación que tiene la Amazonía como gran buque insignia, como su factor diferencial ante otras grandes potencias emergentes, va mucho más allá de la cuestión comercial, pues está en juego la credibilidad de Brasil como país en un momento crucial para la supervivencia del planeta.
En pleno debate por el impacto de las políticas de Bolsonaro, el gobierno de Noruega anunció una nueva donación, de 70 millones de dólares, al Fondo Amazonía, mecanismo creado por Brasil para recibir fondos internacionales a cambio de proteger la jungla.
Con todo, el país europeo advirtió que, como indican datos preliminares, la deforestación habría repuntado con fuerza en 2018, llegando a ser la más alta en la última década.
“Los datos son todavía preliminares, pero el posible aumento da motivos de preocupación tanto para Brasil como para Noruega”, indicó el Ejecutivo noruego.
Noruega es el mayor contribuyente internacional a la protección de la Amazonía por medio del Fondo Amazonía, una iniciativa creada en 2008 por el entonces presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva para que su país recibiera dinero a cambio de reducir las emisiones de gases con efecto invernadero derivadas de la deforestación de la selva.
Esas contribuciones son usadas en proyectos de vigilancia y protección de la selva amazónica, y son fundamentales para decenas de organizaciones civiles e indígenas que trabajan por la preservación de la selva y su desarrollo sostenible.
Un aumento de la zona deforestada de selva amazónica podría provocar no solo un retroceso en las donaciones, sino también eventuales represalias comerciales para productos agrícolas brasileños.