Mujeres solteras, un problema social en Nueva España

0
88
  • Por Norma L. Vázquez Alanís

 

RedFinancieraMX

 

(Segunda y última parte)

 

Si bien en 1538 las autoridades civiles y religiosas de la Nueva España tenían clara la necesidad de que se estableciera al menos un convento para mujeres, la Corona Española lo que quería era que éstas se casaran y se poblaran las nuevas tierras del reino, refirió la doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Diana Barreto Ávila, durante un ciclo de pláticas sobre la vida conventual femenina en la Nueva España organizado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim.

 

Al presentar su ponencia ‘La fundación del primer convento de la Concepción en la Ciudad de México’, la también investigadora externa en la Universidad de Columbia Británica recordó que el gobierno español había rechazado de manera consecutiva las solicitudes en este sentido de la Real Audiencia, el Cabildo de la ciudad de México y los franciscanos, de manera que desafiando a la Corona, en 1540 fray Juan de Zumárraga se alió con el Cabildo -aunque siempre chocarían sus posturas- y con la Cofradía del Santísimo Sacramento, para fundar el monasterio de la Madre de Dios, que perteneció a la orden de la Inmaculada Concepción.

 

Así, en un monasterio fundado en 1531 para la evangelización indígena a cargo de beatas, donde había muy pocas principales indígenas pues esos proyectos fueron abandonados, ingresaron a las mujeres que querían profesar como monjas; este primer convento concepcionista de la Nueva España se inició en 1541 y Zumárraga comenzó a darles profesión a diferentes mujeres españolas de la ciudad de México, todas ellas relacionadas con la Cofradía del Santísimo Sacramento.

 

La historiadora e investigadora Josefina Muriel (especialista en la historia del mundo femenino y religioso de la Nueva España) precisa que esa cofradía y la orden de la Inmaculada Concepción en España se habían iniciado juntas, porque Teresa Enríquez, su fundadora, había sido parte de las mujeres del círculo cercano a Isabel la Católica. Esta cofradía ganó representación y poder frente a Roma y el papa, y se extendió a los monasterios que creó.

 

A esta cofradía se le otorgaron permisos para fundar monasterios de mujeres y colegios, entonces los cofrades, amparados en esta bula del papa Paulo III que les daba legitimidad, decidieron fundar el monasterio de la Madre de Dios, que sería de la orden concepcionista por la relación entre ésta y la Cofradía del Santísimo Sacramento.

 

Difícil casar a tantas españolas

 

En 1542, el Cabildo de la ciudad de México volvió a pedirle a la Corona que se creara un monasterio, esta vez argumentando que “hay ya mucho número de doncellas hijas de españoles legitimas y naturales”, y por la normativa que la Corona había impuesto para que se regularan las familias los conquistadores y encomenderos ya no podían ver por las hijas que habían tenido antes de casarse, las cuales “eran de personas principales y honradas, pero que no todas se podían casar”.

 

Además, explicaban que no era tan sencillo que las españolas que llegaran a la Nueva España encontraran marido, en primer lugar porque no tenían dinero o propiedades para la dote que la familia tenía que darle a los hombres, y porque en ese momento era casi obligado que una mujer de las elites se casara con una persona de su mismo estrato social y si no tenía capital o propiedades para la dote la familia perdería su prestigio social si se unían con cualquiera.

 

Estas mujeres podían quedarse en casa, pero eran un problema para la familia por “la seguridad del estado de tales doncellas”, se señalaba en la petición. Esto tenía que ver con proteger la moral de las mujeres, pues era un momento de mucha agitación política y de mucho temor; en Nueva España había unas dos mil personas procedentes de la península ibérica frente a una ciudad indígena que estaba en constante tensión ante los invasores, quienes estaban muy nerviosos porque además había constantes enfrentamientos y el Cabildo pedía por ello la fundación de un monasterio para resguardar a esas mujeres.

 

Acerca de este asunto hay muchas otras interpretaciones, explicó Barreto Ávila; “la historia y la historiografía es siempre así, somos detectives buscando pistas en diversas partes, pero podemos llegar a la conclusión de que fue un proceso bastante complejo porque ahí seguía habiendo mestizas, es decir, las hijas naturales que habían tenido los conquistadores y encomenderos antes de formalizar sus familias, e incluso después, en 1552 se fundó una institución especial para niñas y niños mestizos”.

 

“En mi investigación, relató la ponente, encontré muchas cédulas que señalaban el problema de qué hacer con las mestizas, porque andaban muy perdidas y estaban dando mal ejemplo a los cristianos” e incluso reportaban niños mestizos que habían sido arrojados a la calle, entonces ahí había un problema fuerte que debía ser solucionado.

 

Monjas españolas para legitimarse

 

Sin embargo, quienes más necesitaban este monasterio de monjas españolas eran los primeros pobladores hispanos, porque tenía que ver con toda una organización familiar, así como con la idea de ascender y constituirse como élite, pero también para legitimarse porque tener una hija dentro de un convento les daba prestigio social y estos nuevos pobladores justo lo que buscaban aquí era una legalidad política y social.

 

Fue un proceso muy largo que abarcó de 1540 a 1587 para reconocer que ese monasterio fuera ya un convento concepcionista, que más o menos a la mitad de la década de 1550 había dejado el nombre de la Madre de Dios y se le empezó a nombrar en los documentos como convento de la Concepción y más tarde tendría el nombre completo de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción.

 

Las primeras religiosas que hubo en ese claustro estaban relacionadas con miembros de la Cofradía del Santísimo Sacramento; en 1545 profesó Ana de Soto Quiñones, como Ana de San Jerónimo y, de acuerdo con la doctora Barreto, su historia es interesante porque emigró a la ciudad de México a los diez años, en 1533, y la Corona Española pagó su viaje y el de sus dos hermanas para que llegaran a la Nueva España a poblar la tierra, tal como se especificaba en la cédula.

 

Y a los 22 años fue una de las primeras mujeres que profesaron como monjas concepcionistas, es decir, que justamente hizo lo contrario de lo que quería la Corona. Era cuñada de Bernardino de Albornoz, quien fue fundador de la cofradía del Santísimo Sacramento y además desempeñó siempre un papel muy importante dentro del gobierno de la ciudad, en la Real Audiencia.

 

En 1551 ingresaron dos monjas que quizá no llegaron a ser tan famosas como deberían; eran las nietas de Moctezuma II, es decir, las hijas de Isabel Moctezuma Tecuixpo, una de las familias más importantes de la nobleza indígena y de las únicas que fueron completamente reconocidas frente a la Corona.

 

La doctora Barreto Ávila explicó que en ese periodo histórico surgieron otros monasterios, especialmente en el virreinato de Perú, donde en 1552 se estableció en Cusco el primer convento franciscano de Santa Clara, habitado hasta por 500 mujeres, todas ellas princesas y familiares de la nobleza incaica.

 

Este proyecto de monasterio era más parecido al que planteaba Zumárraga, porque ingresó toda la nobleza inca para ser evangelizada y educada con el propósito de que salieran listas para casarse. Eso era lo que hubiera querido Zumárraga que pasara en Nueva España.

 

Para finalizar, la conferencista citó la paradoja de que, si bien la Corona Española había aprobado las solicitudes del Cabildo para fundar una universidad y una casa de mancebía, y había rechazado establecer un convento, el primero que empezó a funcionar fue el monasterio; la Universidad de México y la casa de mancebía “Las Gallas” se establecieron después de 1550.