Mejor una casa de mancebía que un monasterio femenino

0
135
  • Norma L. Vázquez Alanís

 

RedFinancieraMX

 

(Primera de dos partes)

 

El primer monasterio femenino en Nueva España y en toda América se fundó desafiando una negativa de la corona española a la solicitud del cabildo de la ciudad de México en tal sentido, pues la principal preocupación de la reina Isabel la Católica era que las mujeres se casaran y poblaran estas tierras.

 

Aseguró lo anterior la doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Diana Barreto Ávila, durante un ciclo de pláticas sobre la vida conventual femenina en Nueva España, organizado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim.

 

En su ponencia ‘La fundación del primer convento de la Concepción en la Ciudad de México’, dijo que se trató de un proceso muy complejo y tardado, puesto que hubo diferentes proyectos en distintas etapas a partir de 1525 y no fructificaron sino hasta 1540, cuando por fin se fundó el convento de la Inmaculada Concepción.

 

El primer intento tuvo lugar en 1525 y fue propuesto por Rodrigo de Albornoz, que era el contador de la Real Audiencia. Esto fue sólo tres años después de la caída de Tenochtitlan y era un momento de reconfiguración social después de una guerra, estaba surgiendo una nueva sociedad y se necesitaban instituciones que pudieran darle el carácter de una colectividad naciente.

 

Barreto Ávila, quien es investigadora externa en la Universidad de Columbia Británica, dijo que De Albornoz pedía se construyera un monasterio como los que existían en Flandes, donde las beatas no eran profesas y por tanto no estaban enclaustradas, pero se dedicaban a evangelizar y hacer obras pías.

 

Este primer proyecto de monasterio fue rechazado por la corona española, a pesar de que estaba relacionado con la solicitud del contador, de establecer un colegio para los hijos de los caciques y señores que poblaban estas tierras.

 

En ese momento, para que se pudieran dar los procesos de colonización la corona y los frailes franciscanos comenzaron a elaborar planes para la evangelización, disciplinamiento y cultura de la población indígena, pero pretendían que fuera para la nobleza indígena femenina y masculina.

 

De manera que la cédula de la Real Audiencia manifiesta: “Para que los hijos de caciques y señores muy poderosos se instruyan en la fe, hay necesidad mande vuestra merced se haga un colegio donde les muestren a leer gramática y filosofía y otras artes, para que vengan a hacer sacerdotes y que de ellos saliera tal y hará más fruto que 50 cristianos para atraer a otros. Y también se servirá vuestra majestad mandar un monasterio de mujeres en que se instruyan las hijas de señores principales y sepan la fe y aprendan cosas de sus manos como hacían las Beguinas en Flandes”.

 

Las Beguinas eran mujeres cristianas que, en el siglo XII, en Flandes y los Países Bajos decidieron agruparse para vivir juntas su deseo de entrega a Dios y a los más necesitados, pero al margen de las estructuras de la Iglesia católica. Rodrigo de Albornoz proponía este modelo en virtud de que ellas se podrían mantener con las cosas que hicieran con sus manos, es decir, que no necesitarían dote para poder ingresar al convento y que ahí podrían ellas evangelizar y educar a las hijas de los caciques y de los señores principales, a las niñas de la nobleza indígena. Este primer proyecto fue rechazado, pero siguieron otros.

 

Zumárraga, impulsor

 

de monasterios para evangelizar

 

Fray Juan de Zumárraga, primer arzobispo de Nueva España y primer obispo de la ciudad de México, fue uno de los promotores junto con Catalina de Bustamante, de todo el proyecto de evangelización femenina entre 1525 y 1539; en 1537, cuando estaba vigente un plan franciscano de iglesia indiana que contemplaba la posibilidad de que los indígenas pudieran ser sacerdotes o monjas, el prelado planteó la necesidad de establecer un monasterio para la evangelización de niñas criollas, mestizas e indígenas que debían ingresar a los cinco o seis años y permanecer dentro del lugar con paredes muy altas al estilo de los que estaban en Castilla. Zumárraga consideraba que convenía que las niñas estuvieran encerradas “por la condición y costumbres de estos naturales”.

 

Este plan lo hizo Zumárraga con otros obispos y se mandó a Roma para ser evaluado; también se envió a la Corona Española, la cual contestó negativamente en 1538. Recordó la ponente que desde 1531 la reina Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, fue la encargada de todos los propósitos de evangelización femenina y de monasterios. La soberana contestó que para la instrucción de las hijas de los naturales no le parecía necesario establecer un monasterio de monjas profesas “de la manera que están en estos reinos”. Y una de las razones fue que ya existía un monasterio de indias atendido por beatas y la reina tenía mucha relación con ellas, además de que este modelo parecía estar funcionando.

 

Comentó la doctora Barreto Ávila que el contexto general de los procesos de colonización en ese momento había creado una educación diferenciada para la elite gobernante y la nahua tanto femenina como masculina, porque la estrategia política de la Corona había sido mantener las estructuras del poder y del señorío indígena, lo cual significa que no se había cambiado mucho la manera en que estaba organizada la sociedad; estaban los nuevos poderes españoles, pero por debajo toda la estructura seguía manteniéndose igual porque los indígenas continuaban obedeciendo a sus caciques y de ahí que la estrategia fuera primero sólo evangelizar, o más bien centrarse en la educación.

 

Sin embargo, a partir de la década de 1540-1550, de acuerdo con datos de la doctora en Historia Moderna por la Universidad de Valencia, España, Margarita Menegus, la Corona empezó a cambiar y entonces ya no le interesaba mantener una educación diferenciada para la elite indígena; decidieron destruir el poder que tenían la nobleza y los principales frente a la población, y dejaron de apoyar todos estos proyectos e instituciones que tenían la intención de evangelizar a la población indígena, pues ya era no era un asunto de guerra y conquista, ahora tenían que reafirmar las alianzas necesarias para mantener el poder.

 

Así se inició un proceso de cambio de una sociedad que era, de conquista, a una de colonia donde los invasores pensaban qué necesitaban para vivir aquí, y en primer lugar estaban las instituciones que requerían para reproducir la vida social, económica y cultural de España.

 

El Cabildo de la ciudad de México

 

pide un monasterio para españolas

 

En 1538 el cabildo de la ciudad de México, un poder diferente al de los frailes franciscanos, solicitó a la Corona Española tres instituciones: la universidad para españoles y naturales, la casa de mancebía y monasterios de monjas de la orden de san Francisco y santo Domingo para españolas. Estas tres peticiones se encuentran en la misma cédula y la doctora De Albornoz destacó el hecho de que las dos primeras instituciones para mujeres que fueron solicitadas, eran una casa de mancebía, es decir, un prostíbulo, y monasterios de monjas.

 

A esta petición la corona contestó asimismo que no, pues, aunque consideró bueno su intento de fundar dos monasterios para mujeres españolas e hijas de españolas, España pensaba que era un momento en el cual convenia más que las mujeres se casaran para poblar el territorio; que los conquistadores se establecieran con sus familias y empezaran a tener hijos.

 

Por ello, también se mandó a los encomenderos regular su situación familiar; ya no podían estar en concubinato, tenían que establecerse y casarse, además de que si había mujeres españolas, se casaran mejor que entrar a un convento.

 

En cambio, sí fue aceptada la fundación de una universidad para españoles y naturales, así como establecer la casa de mancebía.

 

(Concluirá)