- La oposición en la conversación de 2024
- Por Rodrigo López San Martín
RedFinancieraMX
Estamos a poco menos de un año del arranque de las campañas presidenciales de 2024. Pero en la conversación social, la sucesión empezó hace mucho tiempo.
Como ha sido en la mayoría de los temas durante este sexenio, la agenda de la próxima elección ha estado bajo control del presidente Andrés Manuel López Obrador. Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López son los nombres que se mencionan cuando en cualquier sobremesa mexicana se debate sobre el próximo sexenio.
De parte de la oposición, más allá de que algunos personajes han alzado la mano, ningún nombre ha logrado arraigarse como la gran opción clara frente a las “corcholatas” de Morena.
Mucho puede achacarse esto a la popularidad del presidente y su partido, y a que sigue afianzada la idea de que quien resulte candidato morenista, será amplio favorito para imponerse en junio de 2024.
Pero mal haría la oposición en permanecer en esta dinámica en la que únicamente figuran como instituciones contrarias al presidente, y esperan solamente competir como receptores naturales del voto de quienes rechazan al gobierno actual.
Para ellos, es necesario subirse a la conversación de la sucesión a través de mecanismos innovadores que permitan a los ciudadanos conocer a los aspirantes y sus proyectos, más allá de su natural oposición a AMLO y Morena. Y es urgente.
Pensar en iniciar el proceso interno de selección de candidato hasta noviembre o diciembre de este año, significaría tirar a la basura la mitad del tiempo restante para la elección. Al contrario, deben entender que la presentación de una alternativa de la dimensión que requieren para ponerle frente a la Cuarta Transformación, es un proceso de posicionamiento paulatino, constante. Un maratón, pues, no un sprint.
Los partidos opositores parecen confiar a ciegas en que el electorado que rechaza al presidente los hará competitivos. Parece que, sin ninguna prisa, pensaran que en el momento que anuncien un candidato, este sector de ciudadanos se alineará automáticamente a él. Y esto, podría ser un error.
Porque si bien es cierto que la tendencia natural de quienes rechazan al presidente López Obrador, sería votar por un candidato opositor. Si no perciben razones para pensar que pueden ganar, si no tienen motivos para conectar y emocionarse con algún candidato más allá del papel de opositores al presidente, permeará un desanimo que puede llevar a estos ciudadanos al abstencionismo.
Por esto, en lo inmediato, los partidos que son parte de la alianza opositora deberían hacer público el mecanismo de selección de su candidato. Y no sólo eso, sino un largo proceso de competencia interna que permita a los distintos aspirantes atraer los reflectores públicos para presentarse ellos y sus proyectos. Foros, debates, giras. Deben quitarse el pudor con el que señalan a Morena de anticipar la campaña y subirse a la misma ola.
Primero, para construir confianza con los electores. Segundo, para generar un ambiente de competencia. Y tercero, para que, a partir de la disputa interna, generen interés, que bien encausado, se traduzca en emoción.
La sucesión empezó al menos hace un año y medio en Morena. La oposición ya va tarde. No puede perder más tiempo si quiere llegar a marzo de 2024, al arranque de las campañas, en una posición verdaderamente competitiva.